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domingo, 17 de julio de 2011

Felicidad y Amor

Es un tema demasiado repetido  y  trillado. Casi todo  el que piensa en el amor se imagina que trae la felicidad y viceversa. Sin embargo son innumerables los casos en que el amor no ha traído la felicidad sino el dolor.    Como conciliar esas dos versiones?

Primero hay que incorporar un concepto de madurez tanto en el amor como en la felicidad. Puede decirse que hay amores inmaduros y felicidades inmaduras.

El amor inmaduro es esclavo del deseo que lo produce y de la  inmadurez del ser que lo vive. Va siempre acompañado de cierto grado de inconsciencia o de ceguera como suele llamarse. La felicidad inmadura  acompaña la realización de los deseos del amor inmaduro y es el sentimiento de plenitud que se vive cuando se han vuelto realidad los sueños que acompañaban al amor inmaduro.

La felicidad inmadura  va junto a un ser inmaduro  que por su relativa inconsciencia no percibe la fugacidad de aquello que siente.  Ni siquiera se da cuenta de su propia  inmadurez.  Como es un estado de intenso placer las personas quisieran que nunca se agotara  y por ello surgen las promesas de amor eterno.

Para experimentar el amor y la felicidad maduras es necesario que el ser humano madure y ello no es tan fácil como lo que le sucede a los frutos de la tierra.

La madurez  le llega al ser humano luego de un grande y largo trabajo sobre si mismo que lo transforma totalmente  y que puede durar por lo menos doscientos o más años. Es por lo tanto una tarea para varias vidas

El estudio detallado de este trabajo hacia la madurez exige libros enteros de información y años de experimentación. Las condiciones generales iniciales han sido expuestas en forma fragmentaria y perdida por varios maestros espirituales. Resta un trabajo difícil de reconstrucción de ese rompecabezas esotérico.